Wilhelm Reich

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SU INFLUENCIA EN NUESTROS DÍAS

Wilhelm Reich, el polémico psicoanalista que quiso explicar el cosmos a partir del orgasmo.

Nacido en la Europa de entreguerras, fue un pionero a la hora de defender la revolución sexual a pesar de ser rechazado por sus propios contemporáneos

Foto: Los acumuladores de orgón que inventó para extraer las energías negativas. (FDA)
Los acumuladores de orgón que inventó para extraer las energías negativas. (FDA)

Por Enrique Zamoran

De entre toda la larga lista de personajes científicos y de letras que poblaron el siglo XX, uno de los más carismáticos, influyentes y pioneros a la hora de entender la psique humana fue sin duda Wilhelm Reich. Encapotado bajo la alargada sombra del que es considerado el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, mentor y después rival en lo concerniente a sus planteamientos, desde muy joven eclipsó a los discípulos del psiquiatra austríaco por su carácter vital y enérgico, ejerciendo la psiquiatría y tratando a pacientes bajo la supervisión del propio Freud a los 24 años. Su origen judío e ideas marxistas le llevaron al exilio en Estados Unidos cuando Hitler llegó al poder, y allí continuó investigando, redactando libros y estudios, realizando experimentos que a día de hoy lo colocan en la heterodoxia científica, desde que a una precoz edad llegó a la conclusión de que la vida personal y social de todo individuo se regía por algo tan polémico en su día como es el orgasmo. 

Este ‘mad men’ de mirada hierática y penetrante planteó teorías revolucionarias en el campo de la política, la sociología, la psiquiatría y la sexualidad para una época tan crítica como fue la Europa de entreguerras, asentando las bases de lo que décadas más tarde vendría a ser la revolución y libertad sexual, dejando un legado al mundo que aún perdura entre la escuela psicoanálitica y filosófica posterior. Pero también figura su nombre en las páginas más alternativas de la historia, pues sus inventos y su desprecio a las instituciones le granjearon esta fama de hombre loco, atormentado por sus propios hallazgos, protagonizando hechos al final de su vida que le llevaron al ostracismo académico, como el día en que intentó captar toda la energía negativa del cosmos a partir de un portentoso aparato que llamó «cloudbuster» («rompenubes» o «cazador de nubes»).

«La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgástico». Esta es quizás la frase que mejor sintetiza todo el pensamiento de Reich, el cual pivota alrededor del término «orgón«, una unión de las palabras «orgasmo» y «orgánico» que hace referencia a una «energía vital» que rige la naturaleza y todos los organismos vivos, la cual permanece reprimida y necesita ser liberada para alcanzar su máximo estado y esplendor y dotar al individuo de una paz mental, emocional y creativa que le ayuden a convivir consigo mismo y no ceder ante sus impulsos e instintos primarios.

El orgón, la energía de todo lo viviente

Mientras que su mentor Freud asociaba la neurosis a la emergencia de las pulsiones sexuales inconscientes, lo que llamó «líbido«, siempre en permanente conflicto con lo social, Reich observó que esta se manifestaba a través del cuerpo mediante diversas somatizaciones, de ahí que estableciera que solo una vida sexual placentera podría librar al individuo de los episodios neuróticos. De esta forma, comprendió el orgasmo como el instante en el que el sujeto descargaba toda esa energía vital y sexual que se hallaba reprimida, de ahí que instaurara el término «orgón» como algo que iba más allá de lo sexual y entraba en contacto con lo físico y lo mental, dando a luz a una técnica opuesta a la del psicoanálisis de Freud (centrada exclusivamente en lo mental y la palabra) a la que bautizó como la vegetoterapia-caracteroanalítica. 

«Su figura ha sido muy caricaturizada. Su vida es impresionante. No fue un hombre longevo, pero dejó un legado científico muy diverso y complejo» 

Esta técnica sigue vigente a día de hoy en la terapia psiquiátrica y es estudiada y aplicada por diversos profesionales del mundo de la salud mental y física. En España, el máximo experto, tanto en la vida y obra de Reich como en la vegetoterapia es Jerónimo Bellido, presidente del Instituto Wilhem Reich, nacido en Valencia en febrero del 2008 «con la pretensión de dar a conocer su vasta y compleja obra», tal y como reconoce en una breve conversación telemática con El Confidencial. «Somos profesionales multidisciplinares que abarcamos varias áreas de intervención: sanitaria, educativa, didáctica, sexológica…». 

«El Instituto es un centro de atención clínica y formación«, explica más ampliamente Ricardo Fandiño a este diario, psicólogo clínico y presidente de ASEIA (Asociación para a Sáude emocional na Infancia e a Adolescencia), quien también forma parte de este círculo en torno a la disciplina reichiana. «En él, se realizan seminarios de formación permanente para profesionales del ámbito de la salud, lo educativo y lo social. Mi acercamiento a la obra de Reich viene del Instituto, en el que recibimos una sólida formación y orientación psicoanalítica con perspectiva psicosocial. Analizamos a autores como Freud, Melanie Klein, Lacan, Spinoza, Bergson o Foucault, y estamos integrados en diferentes asociaciones de psicoterapia estatal, contando con distintas acreditaciones tanto nacionales como europeas y a nivel individual, así como también colaboramos con facultades de psicología en sus programas de prácticum».

Wilhelm Reich: ¿genio o loco?

La mejor forma de acercarse a un autor siempre es leyendo sus obras, pero lo cierto es que sin estar familiarizado con algunos de los conceptos que se manejan en el psicoanálisis es ciertamente difícil adentrarse en un pensamiento tan vasto y complejo como el de Wilhelm Reich. A lo largo y ancho de la red proliferan cientos de artículos sobre sus teorías heterodoxas y experimentos locos, como el acumulador de orgones o el ya mencionado cazador de nubes. Por no hablar de sus perturbadores datos biográficos, que lo colocan como un hombre obsesionado con el incesto que en la época no dejaba de frecuentar prostíbulos, y al que le gustaba experimentar con los cuerpos de sus pacientes. 

«Promovía temas tan tabú en su día como la masturbación, los métodos anticonceptivos o el libre desarrollo sexual para la paz mental» 

«Creo que su figura ha dado para demasiada caricaturización», reconoce Fandiño. «Su vida es impresionante. No fue un hombre longevo, pero dejó una trayectoria científica muy diversa y compleja con obras determinantes en muchos ámbitos. Hay una fase psicoanalítica en su libro ‘El análisis del carácter‘, que sigue siendo una obra de referencia en el estudio de los trastornos de personalidad y su tratamiento, otra social centrada en ‘Psicología de las masas del fascismo‘ que ayuda a comprender los movimientos sociales contemporáneos, y por último la etapa del desarrollo de las terapias psico-corporales, en las que sin duda es el gran pionero, maestro de Frizt Pearls o Alexander Lowen, que después desarrollarían la Gestalt o la Bioenergética». 

En lo referente a las afirmaciones que lo sitúan como un hombre obsesionado con el sexo y sus orientaciones hasta cierto punto amorales, Fandiño reconoce que «lo que frecuentaba burdeles no lo había oído nunca, pero supongo que es algo que harían los jóvenes de la Europa de entreguerras». En cuanto a lo del incesto… «¿quién puede saber con qué fantaseaba un hombre hace un siglo?», se pregunta el psicólogo. «Esta afirmación parece una interpretación asilvestrada del complejo de Edipo teorizado por Freud«.

Un pionero de la revolución sexual

En 1936 escribe ‘La revolución sexual’, en el que denuncia la represión sexual que había en la sociedad del momento y sus repercusiones en la salud física y mental de la población. «Reich estuvo desde el principio trabajando en consultorios médicos, lo que hoy llamamos ‘atención primaria’, por lo que tenía información de primera mano sobre cómo vivía la clase obrera de la época y de las condiciones de miseria sexual en la que desarrollaba su día a día«, explica Fandiño. Ahí es cuando nace su pensamiento marxista y empieza a estudiar las relaciones entre sexología e identidad política, que luego le llevarían al desprecio académico y al exilio.

Uno de los hechos más notables de su vida es cuando se trasladó a Berlín en 1930 y fundó el SexPol, quizás el primer centro de estudios dedicados a la sexología de la historia, habiendo tantos como hay ahora. Estos eran centros de orientación sexual que llegaron a tener decenas de miles de usuarios, defendiendo el acceso de los adolescentes proletarios a una sexualidad saludable. En él, promovía temas tan tabú como la masturbación, los métodos anticonceptivos, el libre desarrollo sexual y adolescente o la llamada social a practicar relaciones sexuales consentidas y satisfactorias para gozar de una buena salud mental. Todas estas interpelaciones a la población para que disfrutase del sexo y de los afectos le valieron el desprecio de sus homólogos contemporáneos, que no vieron con buenos ojos esta exaltación del goce corporal, incluso entre los propios comunistas, que tacharon su obra de contrarrevolucionaria.

El acumulador de orgones y el rompenubes

Ya en Estados Unidos, continuó cosechando el recelo de la academia a raíz de sus polémicos inventos. Uno de ellos, el acumulador de orgones, que consistía en una especie de cabina telefónica hecha de madera y metal que supuestamente absorbía los orgones negativos (Reich pensaba que enfermedades como el cáncer eran producidas por un alta concentración de malas energías), fue perseguido por la FDA norteamericana. En 1947, fueron requisados y quemados 300 de estos dispositivos, alegando que el orgón no existía y que su inventor era un «completo estafador», tal y como cuenta Jean Michel Palmier en su libro ‘Introducción a Wilhem Reich’ (1970). 

«El acumulador de orgones se solía utilizar en los años 50 y 60 en los círculos intelectuales y contraculturales de Estados Unidos» 

Otro de los episodios más disparatados de su biografía sucede cuando inventa el ya famoso cazador de nubes. Al parecer, un agricultor del estado de Maine le pidió que por favor limpiara las malas energías del cielo para que llegara la lluvia y así salvar su cosecha. Dicho instrumento consistía en dos filas de tubos de aluminio de unos 4,5 metros de longitud asentadas sobre una plataforma. Ese día amaneció nublado y a los pocos minutos de ponerse manos a la obra junto con su hijo, Peter, comenzó a llover. ¿Tuvo suerte Reich o realmente inventó el primer dispositivo de geoingeniería? Así lo publicaron los periódicos de la época, dando fe a raíz de un testimonio anónimo de que su invento había funcionado. 

Es cuando Reich comenzó a dejar de lado sus teorías sobre la revolución sexual y se abrió al cosmos. Como si fuera un Sun Ra de la psiquiatría, empezó a obsesionarse con la vida en otros planetas, oscultando los cielos en busca de naves espaciales que venían de otras galaxias para infundir orgones negativos en la Tierra y sumirla en el más puro caos. Incluso, hay teorías de la conspiración que aseguran que contaba con el respaldo de Dwight Eisenhower para investigar estas teorías ufológicas. ¿Qué quedan de estos experimentos e ideas tan disparatadas hoy en día? 

«Hoy en día ya no vivimos en la era de la represión sexual que vivió Reich, sino en la de la banalización de la sexualidad» 

«Nunca he usado ningún acumulador de orgones en mis prácticas psicoterapéuticas», afirma Fandiño. «Por lo que he podido leer, en las décadas de los 50 y 60 en Estados Unidos se utilizaban bastante en algunos ambientes intelectuales y contraculturales, por lo que solo han quedado ecos que pudieron llegar a Europa y a España en los 70 u 80. Yo personalmente no conozco a ningún profesional que los use a día de hoy». En cuanto a las teorías extraterrestres de Reich, Fandiño reconoce que no se sorprende, pues en esa época la ufología no solo pertenecía al imaginario popular como ahora, sino que los gobiernos estaban muy interesados en financiar proyectos para investigar tales circunstancias. 

«He visto fotografías del rompenubes y leído algunos textos sobre su ‘capacidad para hacer llover’ en el desierto», admite el experto. «Hay un libro de Peter Reich, su hijo, titulado ‘Libro de ensueños’, en el que aborda esta etapa de la vida de su padre. Esta historia está explicada en el libro y ha inspirado a grandes temas de la música popular como el ‘Cloudbusting‘ de Kate Bush o la canción ‘Birdland‘ de Patti Smith, incluida en el mítico ‘Horses’. Sí que diría que la idea del rompenubes se apoya en la hipótesis de que la acción del hombre influye de manera determinante en el medio ambiente, y esa visión, que no hoy nos parece muy natural en la lucha del cambio climático, en los años 40 y 50 no era muy avanzada. La comprensión de la Tierra como un ser vivo era algo característico de Reich. Luego, otros autores como James Lovelock la desarrollaron, dando lugar a la hipótesis Gaia».

¿Qué opinaría Reich del mundo actual?

Pasadas ya varias décadas desde la revolución sexual llevada a cabo en Estados Unidos y posteriormente en España, cabe preguntarse qué opinaría el psiquiatra del mundo en 2020, si efectivamente sus teorías e ideas sirvieron para algo más allá de su proyecto de fomentar una sexualidad sana y satisfactoria entre la población. En un contexto como en el que estamos sumergidos como es el de una pandemia que ha obligado a todo el mundo a limitar el contacto físico e incluso tenerle cierto pavor o recelo, sería más que curioso poder tener una máquina del tiempo para traerle de vuelta y conocer su peculiar visión del momento histórico que nos concurre. 

«No fue un hombre de instituciones. Tal vez se sentía muy limitado por ellas. No se relacionaba bien con las estructuras de poder» 

«La coyuntura sanitaria de la pandemia implica medidas relacionadas con el no contacto, es cierto», asume Fandiño. «Y debemos ser conscientes de que esto tiene consecuencias a nivel anímico y sexual. En los adolescentes esto va a ser especialmente importante. Veremos qué es lo que ocurre de prolongarse esta situación y en qué medida perviven los nuevos hábitos sanitarios, cuáles quedan como medida profiláctica y cuáles desaparecen».

La banalización de la sexualidad

Sin embargo, hay que tener en cuenta no solo un hecho ‘fortuito’ en la historia como es la irrupción de una pandemia, sino el punto en el que nos encontramos en relación a la libertad sexual y nuestra relación con el sexo desde la perspectiva de Reich. A diferencia de su época, «ahora la sexualidad circula abiertamente por todos los medios, pero es una sexualidad descarnada y banalizada», opina el experto. «Vivimos un tiempo en el que la igualdad y la diversidad sexual se ha abierto paso de una manera muy significativa. Marcuse, quien lo cita muchísimo en sus obras, acuñó el término de ‘desublimación represiva‘ para explicar cómo en los sistemas sociales capitalistas el sexo termina convirtiéndose en un elemento comercial, quedando despojado de su profundidad humana y convirtiéndose en banalización. Hoy ya no vivimos en la era de la represión sexual que vivió Reich, ni en la del tabú, sino en la de la banalización. Los mecanismos de control sobre la sexualidad y por ende, de la conducta social son otros».

Foto: Ilustración del equipo de Diseño de El Confidencial.

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¿Qué queda a día de hoy de Wilhelm Reich? ¿Cómo ha terminado pasando a la historia en base a su legado y sus posiciones críticas? «Su visión del ser humano y su enfoque científico está más inspirado en Spinoza, Bergson o Schopenhauer y los románticos en general, que en el modelo cartesiano y aristotélico en el que nos movemos actualmente», concluye Fandiño. «No fue un hombre de instituciones. Tal vez se sentía exclusivamente limitado por ellas. No ocurre lo mismo con el psicoanálisis, ya que lo institucional y la ortodoxia científica han tenido un peso fundamental que se mantiene hasta nuestros días. Pero eso es porque Freud puso mucho empeño en ello y Reich no, sino que fue un hombre centrado en el saber y que no se relacionaba bien con las estructuras de poder. Que a la luz del paso del tiempo la revisión de su obra nos haga pensar que haya aspectos en los que estaba más acertado y otros en los que estaba muy errado es lógico, pero cuando se intenta reducir su trabajo a una mera caricatura o charlatanería me parece reduccionista e injusto».

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